martes, 29 de marzo de 2011
lunes, 28 de marzo de 2011
Blue Sky Blues
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Entonces viste a aquel tipo en los baños de Grand Central; un verdadero desastre humano, estaba desnudo de cintura para abajo y se había cagado encima. Además estaba borracho susurrando cosas sin sentido en aquella esquina. Mientras caminabas hacia el metro lamentabas no haber llevado la cámara contigo. Y eso es lo que hacía el mundo contigo.
lunes, 14 de marzo de 2011
lunes, 7 de marzo de 2011
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Bajabas por Grand Central hacia el tren cuando oíste a alguien que te llamaba (en inglés). Era un homeless, como los llamaban allí a los sin techo. Estaba en una silla de ruedas y te pidió que le ayudases. Durante un microsegundo dudaste; lo común era pasar de los homeless cuando te pedían algo: dinero, comida, ayuda, lo que fuese. Pero joder, era un paralítico. Te acercaste y olía a sudor salado rabioso. Intentaste que no notase tu asco. Entonces te indicó que le empujases por la rampa. Lo hiciste, te llevó menos de un minuto. Gracias; y se fue. Y entonces tuviste un instante de sensaciones enfrentadas. Te sentiste bien. Te sentiste mal. Te volviste a sentir bien. Y mal. Luego te sentaste en el tren y sacaste un libro sobre la Edad Media y te olvidaste del asunto casi para siempre.
jueves, 3 de marzo de 2011
sin título
Atardecía cuando visteis unas serpientes de ceniza que zigzagueaban delante del coche. Y de repente no se veía una mierda y no sabías si parar o seguir en aquella niebla negra. Recuerdas que el viento azotaba desde la derecha. Se apagó la música. Como en un sueño, avanzasteis sin saber lo que os esperaba delante.
Tan rápido como había llegado la ceniza se fue y el cielo volvió a ser azul oscuro. Echasteis tanto de menos el misterio y el miedo que disteis la vuelta.
martes, 1 de marzo de 2011
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Estabas allí sentado en el gallinero del Lincoln Center esperando a Mahler cuando te diste cuenta de que no había negros en todo el edificio. Escrutaste la multitud. Ni uno. Viejos y viejas blancas en su mayoría anglosajones. Ropa cara en los cincuentones. Botas altas en las cuarentonas. Ni siquiera había gafapastas, esos en Nueva York iban a otras cosas, suponías. Se escuchaba aquel sonido de pruebas de la orquesta que tanto te gustaba mezclado con murmullo -pero un murmullo extraño porque era en inglés-. Y en esto entró el director y sonaron los aplausos, empezaron las toses y bajaron las luces. De repente -como por arte de magia- todos eran negros.
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