miércoles, 15 de diciembre de 2010
sin título
Hacía un viento de mil demonios pero como no había ni un arbusto de referencia no me di cuenta hasta que no abrí la puerta del coche. Entonces el mapa de la isla salió volando disparado hacia el cielo. Salí corriendo tras él. Cinco segundos y creía que lo alcanzaría. Diez. Quince. A los veinte segundos estaba mucho más lejos y empecé a jadear del esfuerzo, y eso que el viento me ayudaba a correr como nunca. Finalmente me rendí. Vi la hoja de papel desaparecer en la distancia, una isla dentro de otra isla. Y quizás ese sea el mejor destino de todos, acabar -un buen día- volando por los aires.
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3 comentarios:
Tus palabras me describen un mundo que logro imaginar a la perfección de lo que yo creo que tu pudiste ver. Sea o no sea así, me siento dentro de tus fotos. Grande Ramón. Saludos desde Chile (:
Leyendolo he creado una pelicula dentro de mi cabeza. Espectacular.
gracias gracias
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