viernes, 5 de octubre de 2007

Chico sentado

En la ila de Cat Ba, empapado en sudor, sonriendo. Y ese francés liando tabaco. Ya son recuerdos difusos, como un sueño que nunca fue.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tus comentarios siempre me hacen pensar. Pensé en la fugacidad, en que el tiempo es veloz, en que cada vez los viajes son más rápidos y cortos; una semana, quince días, por diversos motivos: el trabajo, los costos.

Entonces se comprende los motivos por los cuales la gente se fotografía con el fondo de la torre Eiffel, al lado del Sena, con sus compañeros de viaje, en un restaurante, en una calle, al lado de unos niños del lugar. También por eso traen recuerdos: una remera, un collar. Cuando viene esa duda: estuve allí? entonces pueden ver sus fotos, sus recuerdos, cosas tangibles, y entonces saben que no fue solamente un sueño.

Cuando los viajes son más largos y has permanecido varios meses en otro país, en otra ciudad, te basta con cerrar los ojos y te sientes caminar por sus calles, ves los edificios, las estatuas y los lugares que más te gustaban.

De todas maneras siempre hay cosas que pasan y cosas que quedan en nuestra memoria, "las huellas de la memoria", aquellas que más impactaron nuestra sensibilidad, como la imagen de un amigo ayudando a cruzar el río a unas pequeñas niñas vietnamitas.

A veces cierro los ojos y puedo ver Madrid... y a vuelo de pájaro recorro sus calles, su parque, escucho sus sonidos, de allí me voy y subo hasta el campanario de la Iglesia de Taul y luego me mojo los pies en la ría de Arousa y todo en menos de cinco minutos...

N :)